29.12.09

China. la Gran Paradoja Histórica

China.- la Gran Paradoja Histórica.

Los dirigentes del Partido Comunista Chino se identifican con los dirigentes políticos imperialistas norteamericanos en la contaminación del planeta.

Autor: Ulises Casas Jerez [casasulises@hotmail.com].
Crítica Política Numero: 185.
Fecha: 21 de Diciembre de 2009.

Como lo hemos dicho, no son los individuos los que hacen la Historia, sino la evolución de las condiciones materiales económicas de sus pueblos. Hasta ahora, quienes han constituidos partidos políticos a los cuales les han colocado la palabra “comunista”, en realidad no han podido comprender lo que significa el comunismo como conceptualización filosófica, ideológica, política e histórica. Lo que esos dirigentes han llevado a cabo es un enfrentamiento generalmente violento para derrocar a otras dirigencias en el poder político, asumir su posición y usufructuar las condiciones económicas, sociales y políticas de la sociedad en la cual han logrado tomárselo. Si analizamos en profundidad a cada uno de esos dirigentes, y al grupo partidista en conjunto, podemos concluir en que siempre tuvieron como objetivo fundamental la toma del poder político en manos de unas castas económicamente poderosas; instalados violentamente en el poder iniciaron una poda de esa casta y se instauraron como grupo político y familiar iniciando una era en la cual, aunque la estructura económica estaba en poder del Estado, éste es un ente abstracto cuya concritud se ubica en cabeza de sus dirigentes. Es así como el grupo comunista se constituye en una burocracia voraz que depreda la riqueza de la sociedad. Posee el mismo carácter de la casta dominante capitalista aunque de origen diferente y en condiciones diferentes.
En el caso de la llamada “Republica Popular China”, en donde la dirigencia del Partido Comunista se tomó el poder en 1950, se llevaron a cabo diversas situaciones que llevaron a que su economía tuviese un tratamiento diferente a la que los dirigentes comunistas de otras naciones habían dado a la misma. En la actualidad, China se ha convertido en una de las potencias económicas de mayor desarrollo del mundo. Su producción industrial compite con Estados Unidos y la Unión Europea y el gran capital internacional se encuentra allí como en cualquier otra parte del mundo. Las tesis del comunismo o del socialismo no tienen función alguna en esa gran nación. Por el contrario, su desarrollo económico solo tiene en cuenta el crecimiento competitivo con las grandes potencias y en esa dirección es posible que las supere gracias a la centralización estatal de su economía.
En las anteriores circunstancias, en la reunión que se llevó a cabo en días pasados en la ciudad de Copenhague, en Dinamarca, tanto Estados Unidos como China, ambas como potencias industriales del mundo, coincidieron en sostener la producción sobre las condiciones actuales de contaminación del medio ambiente y negarse a tomar medidas de fondo para detener esa contaminación.
Cuando nosotros, desde el punto de vista del materialismo dialéctico, afirmamos que las condiciones materiales económicas de la sociedad van determinando la conducta de los individuos que la componen, estamos respondiendo a la realidad, a la objetividad de la evolución humana. Aquí sigue imperando el principio de ser el “ser social el que determina la conciencia”. La dirigencia política de los países del mundo obedece al desarrollo económico de sus respectivos pueblos y ese desarrollo no puede detenerse con medidas que detengan la contaminación que su industria produce al planeta. Hasta ahora, la industria necesita del carbón para su desarrollo, y China es el país que mayor uso hace del mismo, convirtiéndose en el mayor contaminador del medio ambiente del planeta.
El que la casta dirigente comunista se agrupe alrededor de un partido político que se denomina aún “comunista”, no significa que sea comunista. En ese sentido el Partido Demócrata y el Partido Republicano de los Estados Unidos poseen la misma posición ante el desarrollo de la economía de su país; podríamos decir que podrían también unirse y denominarse “comunista” sin que ello afecte de alguna manera el desarrollo de su economía. La diferencia se encuentra en que en China, la casta “comunista” tiene centralizada la economía en el Estado y en Estados Unidos esa economía la centralizan las grandes empresas multinacionales y el poder mundial del poder financiero. Pero el Estado, en China, es el grupo denominado “Partido Comunista de la República Popular China”, nombre emblemático que domina ideológicamente sobre sus más de mil trescientos millones de habitantes de esa inmensa nación.
Llegará un momento en el cual la forma corresponda al contenido y entonces, ese nombre de “comunista” dará lugar a otro. Lo real, en el mundo actual, es que en parte alguna del planeta existe un modo de producción diferente al modo de producción capitalista; en consecuencia el poder político, en todos los países del mundo, corresponde a ese modo de producción histórico. No es que una denominación oportunista vaya a cambiar la estructura por ese mismo hecho de darse un nombre cualquiera. El nombre sirve para encubrir el contenido y se hace con la finalidad de usufructuar el poder económico bajo la sombrilla del poder político. Quienes a mediados del siglo pasado creímos en el comunismo de esos países, los que se derrumban al final del mismo, seguimos siendo honrados y honestos y por ello nos salvamos de esa contaminación ideológica.

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